Asimismo, nos acompaña en las fases de desarrollo de la personalidad proyectando líneas de luz de conciencia para esclarecer cuanto desconocemos de nuestro interior.
También nos invita a movernos de un plano al otro de nuestro ser, impidiéndonos detenernos demasiado en el camino del olvido, con el objeto de no perder la dirección que nos conduce al destino final, la realización del propósito del alma.
Su esencia cristalina es luz espiritual que entra en el corazón de las células, activando nuestro potencial subyacente y neutralizando la ilusión del límite que cierra la puerta a todo lo que podríamos ser y a todo en lo que podríamos convertirnos, desvelando el misterio que vive en nosotros.