El Agua de la Luna Llena

El agua de la luna llena es una de las más empleadas en las prácticas paganas. Teniendo en cuenta que el agua es uno de los elementos más relacionados con las emociones o la psique, al tiempo que su poder limpiador es incuestionable, al ser potenciada por los efluvios lunares, se convierte ésta en un componente imprescindible, por ejemplo, a la hora de consagrar un talismán, realizar un hechizo o cuando se necesite realizar una limpieza de energías.

Preparación del Agua de Luna Llena

Para preparar el agua de luna llena solo hará falta un cuenco de cristal que se llenará de agua, y una piedra Luna que se introducirá en el interior del cuenco. Se dejará toda la noche al exterior o en algún lugar donde reciba la luz de la Luna.

Como su propio nombre indica, este ritual deberá realizarse durante la fase de la luna llena, aunque el momento más apropiado será a la hora exacta en la que la Luna entra en esta fase. 

La forma más práctica y sencilla de beneficiarse de sus propiedades, es incorporar al baño un poco de esta agua, para impregnarse así de su energía, tanto física como espiritualmente. También puede utilizarse para asperjar un ambiente o estancia y restaurar su fuerza energética.

El Agua de luna llena es ideal para limpiar cristales y minerales, utilizarla en el altar a la hora de hacer los rituales y también para practicar la adivinación. 

Adivinación mediante el Agua de la Luna Llena

Para lograr una revelación a través del agua de la luna llena se encenderá un carbón vegetal sobre el que se quemarán las tres hierbas principales, que son Salvia, Lavanda y Romero.

Sentados en el suelo adoptando una postura cómoda, colocaremos al frente un caldero de hierro con agua, de tal forma que se refleje en él la luna llena.

Añadiremos al agua una moneda de plata, como emblema de la Luna.

Seguidamente, encenderemos con un fósforo una vela blanca que permanecerá encendida todo el tiempo que dure el ritual. 

El agua guarda información y recoge con facilidad las intenciones y emociones del operante, por lo que le transmitiremos o expresaremos nuestra intención, haciéndole las preguntas que nos inquieten, en un breve momento de meditación. 

Después hay que mirar con atención al agua porque será el espejo en el que se refleje todo aquello que deseamos conocer, ya que las respuestas se presentarán de la misma forma que aparecen en la bola de cristal o en los espejos mágicos, a través de símbolos o visiones que se interpretarán dependiendo siempre de la intuición y facultad psíquica de quien lo observe.

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