El Palo Santo es una especie de árbol que crece en bosques secos en gran parte de América tropical. Son árboles que alcanzan un tamaño de 4 a 10 m de alto y para que segreguen el aceite esencial que los caracteriza, se necesita que el árbol muera por sí mismo y pasen muchos años antes de cortarlo.
El olor de esta madera sagrada es muy intenso, dulce y con toques cítricos. Cuando se quema, la combustión es densa y lenta.
Si se respeta el proceso natural del árbol, el humo que se desprende es de color blanco o gris. En caso contrario, puede llegar a ser negro e incluso a estar carente de propiedades o perfume.
Por su alto poder espiritual, la madera de Palo Santo es utilizada por los nativos americanos en sus rituales espirituales y de purificación, para alejar la negatividad y limpiar las malas energías. Esta madera además, se considera portadora de buena suerte.
La quema del Palo Santo es, por tanto, un acto sagrado y purificador.
Aumenta la sensación de calma y bienestar atrayendo energías positivas renovadoras.
Favorece el amor y la pasión, por lo que es muy apropiado quemarlo en el dormitorio cuando se pretenda avivar el amor.
Es un antiséptico natural, utilizándose también en caso de neuralgia, catarro y como diurético. Se usa la corteza macerada en alcohol contra el reuma y en cocimiento como sudorífico.
También actúa como repelente de los mosquitos.
¿Cómo se quema el Palo Santo?
Para quemar el Palo Santo es conveniente encender una vela blanca, a ser posible también de Palo Santo, visualizando en ella cómo se va limpiando la mala energía ambiental.
Seguidamente, se acerca el Palo Santo a la llama de la vela, permitiendo que haga una pequeña brasa de fuego. Retirarlo de la vela y después de dejarlo arder un ratito, soplar la llama hasta apagarla. Al hacer esto, se desprende un humo perfumado que se irá pasando por toda la casa haciendo movimientos espirales e insistiendo bien en las esquinas.
Si dejara de echar humo, se volvería a acercar a la llama de la vela, repitiendo la misma operación hasta finalizar el recorrido, que será el momento en el que se apagará la vela.
Finalmente, dejarlo apagar completamente sobre una superficie adecuada, como puede ser una concha de Abulón o un recipiente con arena.