El Mal del Aire

Se dice que una persona ha cogido el mal del aire, cuando sin razón aparente, sufre una variedad de síntomas, entre los cuales se destacan la pérdida de apetito, afecciones en la piel, su tono se vuelve pálido, sufre una debilidad general y finalmente, enferma.

El mal del aire es producido por aires emanados, y según su origen recibe infinidad de nombres diferentes. El aire más común se puede coger de ciertos animales, resultando así el aire de la araña, el aire del sapo, el aire del lagarto, etc. También puede cogerse por energías de personas vivas o muertas, siendo este último, uno de los más peligrosos, ya que el muerto llama por el vivo. 

Los niños pueden cogerlo si asisten a un velatorio, e incluso en el vientre de la madre, si ésta acude a ese lugar. En este caso, una vez nazca el bebé, se le pasarán los humos de un laurel que no haya sido trasplantado, pidiendo quitarle el aire, y entonces el niño se verá libre del aire. Si el mal lo tiene una mujer, deberán reunirse tres Marías a las doce de la noche, y le sacarán el aire a la enferma repitiendo tres veces: 

“Por María, por María y por María
El Aire de la Muerte al muerto, y el Aire de la Vida a la viva”

Aunque la luz de la Luna ayuda a quitar el aire, uno de los remedios más utilizados para acabar con esta dolencia, es bañar al enfermo a contrapelo con agua de ceniza o agua recogida de siete fuentes diferentes. Luego, sobre un paño blanco limpio, que hará de filtro, se pasa esta agua para poder ver así restos de pelos, plumas o cualquier otro indicio del causante del mal. Después de realizar esta operación, la persona queda liberada de la enfermedad, vuelve a comer con apetito, recupera el color y se restablece su salud.

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