La Cruz

Esta figura geométrica formada por dos líneas entrecruzadas, es uno de los símbolos humanos más antiguos que se conocen. 

La cruz es un emblema de muchas culturas y religiones, la más notoria de todas, el cristianismo. 

Pero, al contrario de lo que se cree popularmente, el símbolo de la cruz no es de origen cristiano y ya se usaba entre los pueblos paganos de Europa y Asia occidental mucho antes de la llegada al mundo de Jesucristo. 

Desde su aparición habitualmente ha representado los cuatro Elementos de la antigüedad, los cuatro puntos cardinales o la unión de los conceptos de la divinidad y del mundo.

Existen cruces de diferentes culturas y religiones que han alcanzado una gran relevancia en el mundo esotérico. Se utilizan frecuentemente como amuletos, por el halo misterioso que poseen y por los grandes poderes espirituales que se les atribuyen desde la más remota historia hasta la más reciente. 

Es el caso de la cruz de San Benito, la cruz de Caravaca, la cruz de Ank y la cruz Celta, entre otras.

La Cruz de San Benito

La cruz de San Benito es una de las cruces más antiguas de la cristiandad, y quienes la usan creen que tiene poder contra el mal. Aunque se aprecia mucho con forma de llave antigua, la cual le aporta la propiedad de abrir los caminos en la vida, se presenta comúnmente en forma de medalla. 

En la cara frontal de la medalla aparece la figura de Benito de Nursia sosteniendo en su mano derecha una cruz (a la que la tradición le adjudica un gran amor por parte del santo), y en su mano izquierda el libro de las Reglas, que él mismo escribió, con la oración de la buena muerte rodeando la figura del santo: Eius in obitu nostro praesentia muniamur!: «A la hora de nuestra muerte seamos protegidos por su presencia», pues San Benito es patrón de la buena muerte, junto con San José. En el fondo de la imagen aparece una copa envenenada, de la cual, cuando el santo hizo sobre ella la señal de la cruz, salió una serpiente. Un enemigo celoso intentó envenenarlo dándole una hogaza de pan envenenada, más al pretender comérsela se la llevó un cuervo (estos detalles aparecen en la medalla).

En el reverso tiene unas iniciales que responden a una oración que ha de decirse en latín o español, y que tiene el poder de alejar el mal, sobre todo, cuando se lleva encima. 

También se coloca en las casas, establos o en el lugar que interese para conseguir el mismo fin.

Crux Sancti Patris Benedicti (C.S.P.B.): «Cruz del Santo Padre Benito».

Crux Sacra Sit Mihi Lux (C.S.S.M.L.): «La santa Cruz sea mi luz» 

Non Draco Sit Mihi Dux (N.D.S.M.D.): «No sea el dragón mi guía» 

Vade Retro Satana! (V.R.S.): «¡Retrocede, Satanás!» 

Nunquam (según algunas versiones, es Non) Suade Mihi Vana! (N.S.M.V.): «No me persuaden tus vanidades».

Sunt Mala Quae Libas (S.M.Q.L.): «Son males que lanzas».

Ipse Venena bibas (I.V.B.): «Bebe tú mismo tu veneno».

PAX: «Paz».

Algunas medallas incluyen también el monograma de Jesucristo: IHS, o JHS.

La Cruz de Caravaca

Ya desde el siglo XIII se dice de esta cruz, que la bajaron dos ángeles del Cielo para que un clérigo que fue arrestado por los musulmanes por predicar el Evangelio, pudiera celebrar una misa en presencia de éstos para satisfacer la curiosidad que tenían sobre la sagrada ceremonia.

Según la leyenda, este hecho hizo que el gobernante musulmán y su familia se convirtiesen al cristianismo. 

En los siglos XVII y XIX, el relato de la legendaria aparición de la cruz en Caravaca y las circunstancias que rodearon el fabuloso e increíble suceso fueron objeto de refutación y de informes críticos sobre la autenticidad de la tradición cristiana. En el año 1934, la cruz sufrió un robo sacrílego en el que los ladrones hurtaron la sagrada reliquia y el relicario que la contenía. Pasados ocho años llegaron a Caravaca dos fragmentos con un documento impreso en latín, expedido por el obispo de Caserta quien estuvo relacionado con las reliquias vaticanas, certificando que procedían de la cruz de Jesucristo y autorizando que fuesen expuestos en cualquier iglesia, capilla pública u oratorio. Ambos fragmentos fueron guardados en un relicario que era una réplica del sustraído.

San Juan Pablo II concedió perpetuamente al santuario un año jubilar cada siete años, por lo que Caravaca de la Cruz, en la región de Murcia, pasó así a convertirse en otra de las ciudades santas del mundo.

Es considerada una protección contra todo tipo de daños, especialmente el que causa la envidia. También es portadora de buena suerte.

La Cruz de Ankh

Esta cruz contaba con numerosos significados en la cultura egipcia, pero la gran mayoría giraban siempre en torno a sus consideraciones sobre la vida y el renacer. 

El Ankh simboliza los Elementos del Agua y el Aire.

Todas las deidades egipcias aparecen representadas con la cruz de Ankh en la mano.

Los Dioses acercaban el Ankh a la nariz de los faraones para representar el aire como el aliento de la vida eterna, por eso también se conoce como la llave de la vida, aunque también representaba la llave de la sabiduría oculta que les permitiría entrar en el reino de los muertos y adquirir la comprensión de la vida eterna.

Suele llevarse como amuleto para lograr longevidad, sabiduría, fertilidad y abundancia.

La Cruz Celta

La cruz celta es todo un símbolo pagano y sus raíces se remontan al 500 a.C. En su época más antigua la cruz se dibujaba completamente dentro del círculo, y no tenía decoración. Con el paso del tiempo, su forma inicial fue sufriendo alteraciones y actualmente se representa como una cruz sobre un círculo con símbolos de nudos, espirales y otros elementos decorativos.

La cruz celta se asociaba  a los cuatro puntos cardinales y al fluir del tiempo, el círculo con la muerte y el renacimiento, y el centro representaba la detención del tiempo y la entrada al inframundo.

Hoy en día es común utilizar este símbolo como un talismán protector frente a las adversidades, ofreciendo a la vez, equilibrio y armonía en el fluir de la vida cotidiana.

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