La espiral es uno de los símbolos más antiguos que aparece en el arte megalítico y en muchos ámbitos de la Naturaleza.
Muchas conchas animales forman espirales logarítmicas, hay plantas que crecen formando espirales, existen hasta galaxias con forma espiral e incluso los tornados y huracanes contemplan también esta forma simbólica. Los antiguos Celtas utilizaron la espiral para representar la naturaleza y la espiritualidad de la vida.
Parece que en muchos lugares representaba el ciclo «nacimiento-muerte-renacimiento» así como al Sol, que se creía seguía ese mismo ciclo, naciendo cada mañana, muriendo cada noche y renaciendo a la mañana siguiente. Al seguir el camino que marca la espiral, se llega al centro, donde se unen el Cielo y la Tierra.
Es por eso que la espiral se utiliza como talismán para abrir y marcar el camino para llegar sin desvíos a lo que interesa, pues ayuda a conseguir metas, ideales y todo aquello que se desea alcanzar.
Una de las espirales más conocidas es la de tres brazos inscrita en un círculo, el triskel, que representa a la triple Diosa y la triple relación que el ser humano mantiene con la Tierra, el Ser y la Divinidad.